Hace justo hoy 35 años, una ola
de ilusión, de ganas de cambio, atravesó toda España, de norte a sur, de este a
oeste y de Canarias a Baleares para construir y modernizar nuestro país. Y
cuando digo España, cuento por supuesto, con Cataluña.
El PSOE tuvo en el conjunto del
país más de 10 millones de votos, casi el 50% de los votos y 202 escaños.
Cataluña contribuyó con mucha fuerza a ese resultado. Para entonces, el PSC ya
había alcanzado el acuerdo de hermandad con el PSOE para presentarse
conjuntamente a las Elecciones y la ciudadanía de Cataluña depositó la
confianza en Felipe González. Los candidatos del PSC Josep María Obiols i Germà, Ernest Lluch obtenían en Cataluña el mejor
resultado histórico que haya alcanzado jamás un partido en aquella nacionalidad. Más de millón y
medio de votos, un 45% de porcentaje de voto y 25 de los 47 escaños con los que
contribuía Cataluña al Congreso de los diputados y 9 de los 16 senadores.
España, Cataluña incluida, se
teñía de rojo y comenzaba el verdadero cambio social de España: revitalizar las
pensiones, la creación de pensiones no retributivas para quienes no habían
cotizado (sobre todo mujeres y del ámbito rural), la universalidad de la
sanidad de manos de Ernest Lluch, la escolaridad obligatoria programada por
Maravall, la posibilidad del aborto en unos determinados supuestos, la carta de
derechos laborales que implantaba el Estatuto de los trabajadores, una red de
carreteras y autovías para vertebrar el país, la concepción del AVE como la
forma de acercar a las personas separadas por la larga distancia, la entrada en
la Unión Europea de pleno derecho… En definitiva, la España (y la Cataluña) que
hoy todos reconocemos, pero que estaba por inventar hace 35 años.
En sus distintos gobiernos, el
Presidente Zapatero fue capaz de intuir con buen ojo clínico, que había llegado
la hora de renovar el pacto constitucional. En su momento de forma limitada y
controlada: la numeración de las CCAA, la sucesión a la corona para eliminar la
denigrante discriminación en favor del ‘macho’, la reconfiguración del Senado
para ser una cámara de representación territorial como había sido concebida de
forma original y la cesión de cierta soberanía en favor de la Unión Europea de
la que ya formamos parte.
La otra pata del acuerdo
constitucional venía de la mano de adecuar y modernizar los Estatutos de Autonomía
de las distintas CCAA que lo solicitasen. Y llegó el Estatut de Autonomía de
Cataluña. Recorrió todo el procedimiento democrático: pacto inicial en
Cataluña, aprobación en el Parlament, sometimiento a las Cortes Españolas como
Ley Orgánica y aprobación primero por el Congreso de los diputados y después
por el Senado, y, finalmente, aprobación en referéndum por la ciudadanía de Cataluña.
Los mismos ciudadanos de Cataluña aprobaron y agradecieron ese gesto al PSC y
al PSOE en 2008, devolviendo el triunfo histórico del año 1982, con otros 25
diputados y 12 senadores.
El Secretario General del PSOE,
Pedro Sánchez, y el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy han llegado a un
acuerdo para iniciar el diálogo y negociación para una Reforma de la
Constitución, una vez concluya la comisión prevista para tal fin en un plazo
máximo de 6 meses. “Cada día es un regalo”, le gustaba a decir a Carme Chacón y
en el año de su desaparición no habría un regalo mejor que el de renovar el
acuerdo entre todos los españoles como mejor respuesta a la amenaza de ruptura,
de secesión y de fragmentación de la sociedad catalana perpetrada por una banda
de independentistas xenófobos.
Y el PSC volverá a tener un papel
vital. El PSC es de los pocos puentes que conectan aún hoy a Cataluña con el
resto de España. Y así lo ha demostrado estas últimas semanas su primer
secretari Miquel Iceta, dialogando, negociando, hablando con todas las partes
para tratar de impedir hasta el último segundo, hasta el último suspiro, hasta
el último aliento, la absurda, irrelevante e ineficaz declaración de
independencia unilateral que ayer tarde a las 15:27 tuvo lugar en el Parlament
de Cataluña.
Te lo debemos, Carme
@ajcalzado
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