lunes, 27 de marzo de 2017

Catalunya, la terra promesa (I)

(Cataluña, la tierra prometida)

Corría el año 2012 de la era de nuestro señor, cuando en una pequeña aldea, al sur de la Galia, tuvo lugar una de las manifestaciones más concurridas de la historia. Bajo el lema de “Catalunya, nou estat d’Europa”, los aldeanos allí manifestados celebraban el 11-S con miles de banderas estrelladas ondeando al viento. Fue tan exitosa la exhibición de fuerza mostrada por los aldeanos que el Emperador de la región de la Hispania Citerior, sucesor de Publio Cornelio Escipión, más conocido como el Africano, decidió hacer suya la reivindicación de aquellos aldeanos y pasar a liderar su causa, emprendiendo un viaje a Roma.


De la visita de Roma, nuestro Max Emperador, no salió contento y decidió disolver el Senado y convocar elecciones para noviembre de 2012, con el objetivo de librarse de la pesada losa que significaba gobernar y recortar derechos con el PP y obtener una mayoría absoluta que le diera libertad para gobernar como su maestro y mentor Jordi y seguir saqueando a su pueblo.

Pero entre la copia y el original, los aldeanos decidieron aupar a otro General, Oriol Junqueras y el Emperador vio como perdía 12 de sus senadores de una sola tacada y viéndose obligado a gobernar con Oriol. Y Oriol le hizo firmar en mármol las tablas de un proceso conducido para encaminar al pueblo una doble ruptura: romper con el resto de los hispanos, pero también romper con el resto de los ciudadanos de Cataluña.


La hoja de ruta tenía por objetivo la realización de un referéndum en 2014, 300 años después de que el austriaco emperador Carlos de Habsburgo perdiera la Guerra de Sucesión de España en favor de Felipe De Anjou, que pasaría a reinar como Felipe V. Algunos aldeanos encuentran que la defensa que los austracistas hicieron de Barcelona con la intención de reinar España, era en realidad una desconocida causa soberanista del Principado. Sin darse cuenta, esos aldeanos pretendían celebrar la victoria del francés y el nacimiento de la España más centralista y jacobina de su historia.

El emperador y mesías de su pueblo, el rey Arturo, intentó convencer al Gobierno de España que se saltara la Ley, que ignorara la Constitución y que troceara la soberanía nacional que descansa en el conjunto de los españoles para que le dejara celebrar dicho referéndum. Cuando en verano, el máximo tribunal interpretador de nuestra ley de leyes invalidó dicha consulta, se cambió el nombre de referéndum por el de “proceso participativo y consultivo”, se traspasó la organización institucional a organizaciones e instrumentos sociales y se cambiaron las urnas de cristal por urnas de cartón.

La doble pregunta firmada con toda solemnidad por el Emperador era:

"¿Quiere que Catalunya sea un Estado?
Y en caso afirmativo, ¿quiere que sea un Estado independiente?"


Finalmente, el día 9 llegó. El Gobierno de España miró para otro lado y la consulta se celebró. El rey Arturo llevó a la práctica su ansiado referéndum, disfrazado de proceso social. Y consiguió un rotundo éxito de participación, pues no sólo movilizó al millón largo de aldeanos independentistas, sino que incluso consiguió sacar de sus casas para ir a votar a algunos otros aldeanos despistados que votaron No, al nou estat.

Dos años y medio después, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha condenado a los máximos organizadores y gobernantes: Artur Mas i Gabarró, president de la Generalitat, la ex vicepresidenta de la Generalitat Joana Ortega, la consejera de Educación Irene Rigau y el Tribunal Supremo ha hecho lo propio con el diputado y entonces consejero Francesc Homs por el delito de desobediencia del TC.

El resultado del proceso fue claramente esclarecedor. Casi el 81% de los votantes se decantaron por la opción Sí al nuevo Estado y sí a que éste fuera independiente del resto de la nación.


Pero el mesías Mas, su cordón pretoriano y muchos de los aldeanos que le seguían no habían quedado contentos. Y al día siguiente del 9-N ya trabajaban por un nuevo referéndum, esta vez vinculante y con el ánimo de que la participación no se redujera a los aldeanos independentistas. Pero de este capítulo de la Historia, me ocuparé en la segunda parte. 


@ajcalzado

martes, 14 de marzo de 2017

El centro-izquierda, favorito para frenar a Le Pen en Francia


Desde que el Presidente de Francia, François Hollande y el primer ministro, Manuel Valls decidieron no dar la batalla, no defender sus ideales socialistas y sus principios socialdemócratas y practicar las mismas políticas neoliberales que había llevado a cabo Nicolas Sarkozy y que le llevó a perder las elecciones en 2012, el Partido Socialista firmó su sentencia de derrota para las próximas elecciones, y ya se verá, si para las próximas generaciones.

Supo verlo y captar ese desencanto, el socialista Enmanuel Macron, para primero salirse del Gobierno y segundo, liderar una opción de izquierda con búsqueda de voto transversal también hacia el centro liberal, alejarse de la maltrecha marca del Partido Socialista y hacerse como una clara referencia para frenar a la derecha radical de Fillon y a la extrema derecha de Le Pen.


Hubiera sido una decisión inteligente que el Partido Socialista hubiera buscado un acuerdo con Macron para consolidar esta opción, como claro dique de contención a las políticas más radicales e intransigentes. Pero, el odio de Valls y de Hollande hacia Macron y la elección en primarias del candidato más a la izquierda, Hamon, alejaron todas las posibilidades. Es más, Hamon llamó a la puerta del viejo Partido Comunista de Melénchon para un acuerdo de coalición de cara a las Presidenciales, encontrándose un portazo.

Cuando la situación en Francia parecía estancada con una destacada Le Pen cerca del 30% de intención de voto y a Fillon y Macron atascados en el 20%, llegó la luz en forma de retirada del centrista François Bayrou para apoyar al candidato Macron, en un acuerdo del centro – izquierda sin precedentes en Francia (hace unos meses, Bayrou había decidido apostar por apoyar a Los Republicanos de Alain Juppe, el carismático alcalde de Burdeos que perdió las elecciones primarias de la derecha francesa contra todo pronóstico).

Ello ha dado un impulso decisivo a la candidatura de Macron y en 2 encuestas ya se sitúa como el candidato más votado en la primera vuelta, ganando a Le Pen y alejando los miedos y riesgos de una candidata de extrema derecha ganadora en segunda vuelta.


La clave de Macron es que atrae a la mitad del electorado socialista. En la última encuesta conocida, el 42% de los votantes socialista votarán a Hamon y otro 42% se decantará por Macron, pero además, Macron se lleva un 20% del electorado verde, más de un 60% del electorado centrsita de MoDem (el partido de Bayrou), un 30% del electorado de UDI (la unión de demócratas independientes) y hasta casi un 20% del electorado de Los Republicanos, seguramente los más moderados que no respaldan el giro a la derecha radical de Fillon y que condenan su sombra de corrupción.


En la misma encuesta y en una hipotética segunda vuelta entre Macron y Le Pen, el candidato socialista se llevaría ampliamente la mayoría de electores del Partido Comunista, del Partido Socialista y de Los Republicanos y arrasaría con un 65% de los votos a la ultra Le Pen.


A un mes de la primera vuelta (23 de abril) y una vez que Fillon parece haberse conseguido amarrar a la candidatura de Los Republicanos, la situación en Francia parece despejarse y con casi toda seguridad Macron y Le Pen serán los candidatos que pasarán al balotage de la segunda vuelta.


Con todo, una de las siguientes incertidumbres es qué movimientos se llevarán a cabo de cara a las siguientes elecciones, las legislativas de junio, ya que Macron carece de infraestructura y partido. De ganar y convertirse en Presidente de la República, quizá sería una buena opción arroparse de su antiguo partido, el Partido Socialista para intentar ganar también la mayoría parlamentaria y poder llevar a cabo su ambicioso paquete de reformas, entre las cuales destacan las de regeneración democrática, empoderamiento, fortalecimiento de la Unión Europea y lucha contra la corrupción. 

@ajcalzado

viernes, 10 de marzo de 2017

La socialdemocracia recupera su autoestima


El primer golpe fue ibérico y en el mismo año: 2011. En medio de la mayor crisis económica de los últimos 70 años, el Partido Socialista en Portugal pasaba de gobernar con mayoría absoluta a la oposición y el PSOE se dejaba 59 escaños y veía como el partido conservador conseguía una holgada mayoría absoluta.

El segundo golpe fue en Grecia, donde el PASOK, se dejó más del 70% de los votos que le habían llevado a gobernar con mayoría sólida en 2009 tras una nefasta gestión del partido conservador que había mentido en las cuentas públicas. Posteriormente recibía la puntilla al apoyar a ese partido, Nueva Democracia en un gobierno de gran coalición.

El tercer golpe fue en un país nórdico, Noruega, en 2013. Allí donde el partido socialdemócrata lleva 100 años ganando elecciones, el bloque conservador formado por hasta 4 formaciones le arrebataba el poder.

Los últimos mazazos de la socialdemocracia se han recibido:
  • En el Reino Unido, con mayoría absoluta de Cameron
  • En Irlanda donde la mayoría absoluta fracasó y llevó a la marginalidad al Partido Laborista
  • En España, donde el PSOE obtuvo los peores resultados de la actual democracia tanto el 20 de diciembre como el 26 de junio con poco más del 22% de los votos y menos de 100 escaños
  • En Austria, donde el candidato del SPÖ no llegó ni al 15% en las Elecciones Presidenciales y vio como estuvo a punto de alcanzar la jefatura del Estado un candidato de extrema derecha filonazi.
  • En Francia, donde el Presidente Hollande y el primer ministro Manuel Valls han sido desahuciados por sus propios militantes por un mal gobierno que no ha sabido defender las políticas socialdemócratas que prometió en 2012.


En este contexto europeo e internacional si sumamos el resultado del 8 de noviembre en los Estados Unidos y en un año, 2017, clave para el futuro de la Unión Europea, el SPD alemán tomó la decisión de sacrificar al Presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz para la política nacional. Y esa decisión ha resucitado a uno de los partidos socialdemócratas más antiguos de Europa.

Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo hasta enero de este año

El SPD desde el acuerdo de gran coalición con Merkel en 2013 ha vivido en encefalograma plano con tendencia bajista, haciendo peligrar la barrera del 20% de los votos. Sin embargo, la elección de Schulz ha resultado un revulsivo casi sin precedentes en la política europea. Desde entonces y en casi todas las encuestas, el SPD ha pasado del 20 al 30%, de estar a 15 puntos de la coalición conservadora CDU/CSU, a llegar a superarle en una decena de encuestas.

El mensaje de Schulz ha sido claro. Alejarse de las políticas conservadoras, romper con la CDU/CSU de Merkel, salir al rescate de una Unión Europea solidaria con los refugiados, asegurar el Euro, hacer más Europa garantizando la permanencia de países como Grecia y ya en política local, consolidar el salario mínimo interprofesional e imponer un ambicioso plan de políticas sociales.

Evolución de la estimación de voto en Alemania desde 2013

En las últimas encuestas el bloque de izquierdas (SPD – Green – De Linke) alcanza entre el 46 y 48% y podría tener al alcance la mayoría absoluta, mayoría absoluta que ya sumaron en 2013 pero que el anterior candidato del SPD no quiso promover. La experiencia en Portugal, que ha catapultado al Partido Socialista y a su primer ministro Antonio Costa parece haber convencido a Schulz y al SPD en su conjunto y además mostrarían un cerrojo a la extrema derecha encarnizada en el partido AfD. ¿Habrá tripartito en Alemania?

Antonio Costa, presidente del Gobierno de Portugal y líder del Partido Socialista


En las próximas contiendas en los distintos landers alemanes se verá qué resultados obtiene la socialdemocracia y si realmente apuesta por un giro hacia la izquierda. Pero lo que no cabe duda es que las encuestas sonríen al candidato Schulz y por primera vez en una década se atisba la posibilidad de que el SPD gane las elecciones y relance a la socialdemocracia europea. 


@ajcalzado