Desde que el Presidente de
Francia, François Hollande y el primer ministro, Manuel Valls decidieron no dar
la batalla, no defender sus ideales socialistas y sus principios
socialdemócratas y practicar las mismas políticas neoliberales que había
llevado a cabo Nicolas Sarkozy y que le llevó a perder las elecciones en 2012,
el Partido Socialista firmó su sentencia de derrota para las próximas elecciones, y ya se verá,
si para las próximas generaciones.
Supo verlo y captar ese
desencanto, el socialista Enmanuel Macron, para primero salirse del Gobierno y
segundo, liderar una opción de izquierda con búsqueda de voto transversal
también hacia el centro liberal, alejarse de la maltrecha marca del Partido
Socialista y hacerse como una clara referencia para frenar a la derecha radical
de Fillon y a la extrema derecha de Le Pen.
Hubiera sido una decisión
inteligente que el Partido Socialista hubiera buscado un acuerdo con Macron
para consolidar esta opción, como claro dique de contención a las políticas más
radicales e intransigentes. Pero, el odio de Valls y de Hollande hacia Macron y
la elección en primarias del candidato más a la izquierda, Hamon, alejaron
todas las posibilidades. Es más, Hamon llamó a la puerta del viejo Partido
Comunista de Melénchon para un acuerdo de coalición de cara a las
Presidenciales, encontrándose un portazo.
Cuando la situación en Francia
parecía estancada con una destacada Le Pen cerca del 30% de intención de voto y
a Fillon y Macron atascados en el 20%, llegó la luz en forma de retirada del
centrista François Bayrou para apoyar al candidato Macron, en un acuerdo del
centro – izquierda sin precedentes en Francia (hace unos meses, Bayrou había
decidido apostar por apoyar a Los Republicanos de Alain Juppe, el carismático
alcalde de Burdeos que perdió las elecciones primarias de la derecha francesa
contra todo pronóstico).
Ello ha dado un impulso decisivo
a la candidatura de Macron y en 2 encuestas ya se sitúa como el candidato más
votado en la primera vuelta, ganando a Le Pen y alejando los miedos y riesgos
de una candidata de extrema derecha ganadora en segunda vuelta.
La clave de Macron es que atrae a
la mitad del electorado socialista. En la última encuesta conocida, el 42% de
los votantes socialista votarán a Hamon y otro 42% se decantará por Macron,
pero además, Macron se lleva un 20% del electorado verde, más de un 60% del
electorado centrsita de MoDem (el partido de Bayrou), un 30% del electorado de
UDI (la unión de demócratas independientes) y hasta casi un 20% del electorado
de Los Republicanos, seguramente los más moderados que no respaldan el giro a
la derecha radical de Fillon y que condenan su sombra de corrupción.
En la misma encuesta y en una
hipotética segunda vuelta entre Macron y Le Pen, el candidato socialista se
llevaría ampliamente la mayoría de electores del Partido Comunista, del Partido
Socialista y de Los Republicanos y arrasaría con un 65% de los votos a la ultra
Le Pen.
A un mes de la primera vuelta (23
de abril) y una vez que Fillon parece haberse conseguido amarrar a la
candidatura de Los Republicanos, la situación en Francia parece despejarse y
con casi toda seguridad Macron y Le Pen serán los candidatos que pasarán al
balotage de la segunda vuelta.
Con todo, una de las siguientes
incertidumbres es qué movimientos se llevarán a cabo de cara a las siguientes
elecciones, las legislativas de junio, ya que Macron carece de infraestructura
y partido. De ganar y convertirse en Presidente de la República, quizá sería
una buena opción arroparse de su antiguo partido, el Partido Socialista para
intentar ganar también la mayoría parlamentaria y poder llevar a cabo su
ambicioso paquete de reformas, entre las cuales destacan las de regeneración
democrática, empoderamiento, fortalecimiento de la Unión Europea y lucha contra
la corrupción.
@ajcalzado
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