martes, 16 de agosto de 2016

La credibilidad menguante de Albert Rivera


Dicen los expertos en materia que el principal capital que posee un político es su palabra, la credibilidad de la que es capaz de envolverse y envolver sus argumentos y promesas electorales.

Y la historia política reciente española nos permite hacer un ejercicio de reflexión al respecto. 

¿Cuándo se produjo el declive del PSOE que había superado los 11 millones de votos en 2004 y 2008? Cuando el Presidente José Luis Rodríguez Zapatero subió a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados el 12 de mayo de 2010 para hacerse una moción de censura a sí mismo y a las políticas de su gobierno con un plan de ajuste en contra de lo prometido. Un año después, el PSOE contaba 4 millones de votos menos en las urnas.

¿Cuándo tiró a tierra el Presidente Mariano Rajoy su credibilidad? Tan sólo una semana después de ganar las elecciones el 20 de diciembre de 2015 cuando en el primer Consejo de Ministros del nuevo gobierno decidía la subida de una decena de impuestos como el IRPF o el IBI, en contra de su medida de bajar los impuestos como se había hecho en 1996 para sacar a España de la crisis. En la siguiente contienda electoral, el PP veía como perdía casi 4 millones de votos. 

El Partido de la Ciudadanía (Ciudadanos) nacía en 2006 en Cataluña para combatir la deriva nacionalista del PSC del President Maragall y el proyecto de nuevo Estatuto de Autonomía. Desde entonces y desde la oposición, Albert Rivera se ha permitido ser coherente con los principios que defiende y sus planteamientos políticos. Y tan bien le parecieron ir las cosas en Cataluña y tanta pista vio abierta en el conjunto de España que C's cruzó el Ebro y se embarcó en Movimiento Ciudadano como partido de ámbito nacional, recogiendo el testigo de UPyD.

La primera piedra de toque estuvo en Andalucía. Después de que C's hubiera prometido no apoyar al PSOE de los eres y tras votar 6 veces "no" a Susana Díaz, C's se desdijo y aceptó entrar en negociación con el PSOE para posteriormente apoyarla en la 4ª investidura. 

Para entonces ya se habían celebrado las Elecciones Municipales y Autonómicas del 24 de mayo, después de las cuales C's apoyó al PP en La Rioja, Madrid y Murcia, en una decena de diputaciones y en casi una veintena de capitales de provincia.

Llegaron entonces las Generales y con la euforia que le daba el resultado del 27-S en Cataluña y las encuestas en los medios, Albert Riera en la cresta de la ola se permitió fijar posición: "C's no va a apoyar ni a Rajoy ni a Sánchez". El 20 de diciembre los españoles pusieron las cosas en su sitio, Rajoy le dijo 2 veces "no" al Rey, Pedro Sánchez recibió el encargo para someterse a la investidura y Albert Rivera donde había dicho que jamás de los jamases apoyaría a Sánchez, se sentó con él a negociar un programa de gobierno de 200 puntos y le dio el "sí quiero" en la investidura. 

Para las elecciones del 26 de junio, Rivera ya se cuidó mucho de limitar su rotundo "no, no, no, no" a Mariano Rajoy. En el argumentario naranja, no se concebía que C's fuera a apoyar al líder que había recibido sobre sueldos en negro, como Rivera le lanzó en el debate pre-electoral. La cabeza de Rajoy estaba pedida y en el PP tuvieron que salir voces pidiendo que se respetara la democracia interna y atacando a C's. 

Después de las elecciones, C's tardó 2 semanas del "nunca apoyaremos a Rajoy" a la llamada abstención técnica y otras 2 semanas de la abstención técnica a un paquete de 6 condiciones para negociar el sí a Rajoy en lo que se podría calificar como el mayor cambio de postura política en la historia democrática superando incluso el "de entrada no" a la OTAN del PSOE.

El principal problema de Albert Rivera es que no tiene 4 millones de votantes que perder como tenía el PSOE en 2008 y el PP en 2011. Y lo que debería reflexionar el líder de Ciudadanos es que no se debe a los 7 millones de votantes del Partido Popular, sino a los 3 millones de votantes que votaron las candidaturas de C's tanto el 20-D como el 26-J y que no quisieron votar al PP.

Cuando Rivera dice "nunca", en realidad está diciendo "siempre".
Cuando Rivera dice "no a Rajoy", está diciendo en realidad, "sí a Rajoy por responsabilidad".
Cuando Rivera dice que no quiere sillones, está diciendo que quiere ser vicepresidente del Gobierno.
Cada vez que un dirigente de C's dice algo, el subconsciente nos pregunta, ¿y esta vez sí lo cumplirán?

¿Cómo va a pedir Ciudadanos a los ciudadanos que les crean cuando hablen, cuando afirmen algo o cuando prometan de cara a las próximas elecciones?

Está claro que C's no quiere pasar por ese trance y hará todo lo que esté en sus manos para que no haya nuevas elecciones en el horizonte. Y si ese todo incluye entrar en el gobierno, entrarán. 

@ajcalzado

2 comentarios:

  1. Antonio Javier, los testigos son de relevo y se han de pasar. UPYD no le ha transferido su bagaje politico recogido en el Manifiesto Fundacional magenta.
    Si se lo apropia será impropiamente y entonces no es un relevo. Será otra cosa.

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  2. Antonio Javier, los testigos son de relevo y se han de pasar. UPYD no le ha transferido su bagaje politico recogido en el Manifiesto Fundacional magenta.
    Si se lo apropia será impropiamente y entonces no es un relevo. Será otra cosa.

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